En principio el ojo recibe expansión, pasos después descubre confluencias.Las detenciones que se evidencian en Mi gran desplazamiento, podríamos pensarlas como enclaves de sutiles homenajes graficados que se alojan en una serie de vastas formas difusas.En este tratamiento de detalle, la artista hace un guiño a la labor del tejido de encaje elastizado, que hereda de la tradición libanesa de su padre. Todo acto creativo se apoya en algo preexistente y ordena, construye algo que implica un recorrido y va más allá, según palabras del artista argentino Víctor Grippo.De esta manera Karina Battat nos recibe, con un tributo al origen.Su trazo sugiere un fluir gradual que es trabajado en forma de acopio, en ricas y múltiples capas, profundamente transitadas. Este contínuo se resuelve en superficies serenas, como espacios vitales poblados de sutilezas que revelan la conexión entre la emoción, la calma interna y la huella pictórica. La obra de Karina viene de definiciones y hoy ha hecho puerto en la exploración entregada a lo inaudito. ¿Pero dónde aparece la certeza? Es claro: en su movimiento.Paula Bladimirsquy